viernes, 11 de abril de 2008

Nacionalismo y socialismo: Coctelera peligrosa

Ví una fila de extranjeros de todas las naciones, principalmente españoles, franceses y estadounidenses, aunque también había chinos, colombianos, chilenos, brasileños, alemanes, noruegos, británicos y uno que otro de Canadá. Pero lo que más había eran mexicanos que no tenían rasgos indígenas. También me tocó ver gente de todos los credos: Católicos, evangélicos, musulmanes, judíos, hinduístas y hasta ateos que, mediante su habitual rechazo a la existencia de seres superiores, se habían opuesto al ídolo que ahora gobernaba. Lo que notaba es que todos, o casi todos, habían pertenecido a las clases media y alta del país. Se había dado una combinación de 3 factores de limpieza étnica:
- Campos de concentración como en la Alemania nazi
- Sacrificios humanos como en la época prehispánica, que era por lo que estaban formados los extranjeros y otros "indeseables" según el ídolo
- Persecución y cierre de empresas como en los regímenes comunistas

Y el ídolo, igual que hiciera el Shogun Tokugawa en su momento y territorio, cerró las fronteras al extranjero, dejando entrar a cubanos y venezolanos que apoyaban sus respectivos regímenes socialistas, al igual que en la Era Edo se dejaron entrar a portugueses y holandeses, pero por razones distintas. La globalización y el progreso se nos escapaban de las manos, y regresábamos a una segunda dictadura perfecta, pero más

Y entonces desperté al ritmo de la campana y ví que no había pirámides de sangre, limpiezas étnicas ni autoexiliados en masa. Y regresé a la realidad, a veces más absurda que la ficción
, y me dije "No, mejor me pongo a trabajar" porque es el trabajo (Y la actitud positiva) las que sacan a la gente de la pobreza (mental, por lo menos)

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